Dudar, flaquear, desfallecer... sentir la necesidad de entregarse a la desesperanza, por siempre serán momentos presentes en nuestra naturaleza humana.
Yo recuerdo, que antes de abrir mi corazón al Señor, fueron muchas las soledades y las amarguras que pasé... Y lo peor no era eso, sino que mi orgullo y mi soberbia me impulsaban a mostrar caras diferentes, con tal que mi sufrimiento no fuera evidente ante los demás. Este juego de "ruleta rusa mortal", sin darme cuenta me estaba acabando! porque el no poder mostrar mi debilidad y mi necesidad, hacía que estuviera cada vez más amargada y que por supuesto, no viera las posibilidades de solución que existían; claro! estaba demasiado ocupada buscando máscaras para esconderme!
Y es que definitivamente, la imposibilidad de reconocerte débil y capaz de causar daño con tus acciones a otros y a ti mismo, es algo que nuestra naturaleza humana casi siempre nos empuja a sentir, porque intentamos agradar al mundo y lo que hay en él... Por eso adoptamos tantas máscaras y comportamientos, cada vez más salidos de nuestra verdadera esencia.
Yo recuerdo, que antes de abrir mi corazón al Señor, fueron muchas las soledades y las amarguras que pasé... Y lo peor no era eso, sino que mi orgullo y mi soberbia me impulsaban a mostrar caras diferentes, con tal que mi sufrimiento no fuera evidente ante los demás. Este juego de "ruleta rusa mortal", sin darme cuenta me estaba acabando! porque el no poder mostrar mi debilidad y mi necesidad, hacía que estuviera cada vez más amargada y que por supuesto, no viera las posibilidades de solución que existían; claro! estaba demasiado ocupada buscando máscaras para esconderme!
Y es que definitivamente, la imposibilidad de reconocerte débil y capaz de causar daño con tus acciones a otros y a ti mismo, es algo que nuestra naturaleza humana casi siempre nos empuja a sentir, porque intentamos agradar al mundo y lo que hay en él... Por eso adoptamos tantas máscaras y comportamientos, cada vez más salidos de nuestra verdadera esencia.
Recuerdo que hubo una época en que decidí ponerme la máscara de la arrogancia y mostrarme irreverente a más no poder... solo por el hecho de no aceptar errores que cometía... y si, provocar a la gente... Que ilusa era en ese entonces... porque bajo esa careta, lo único real era la vergüenza que sentía por todas las cosas que hacía...
Luego vino la crisis emocional, económica y general que afronté... y en medio de ella... La Luz! La esencia del único que se conmovió al ver mis rodillas postradas ante él! Y en su silencio me habló!
empezé a escuchar su eco... a través de las personas que ya habían abierto su corazón... empezé a adorarlo, a alabarlo... y poco a poco, se despertó ese sentido único de escucharlo... en cada persona, en cada cosa que me pasaba, todo era un milagro ante mis ojos y me llenó por completo el sentimiento de que él estaba alli siempre... pero fue un proceso... no fue de la noche a la mañana y fue... precisamente más evidente cuando ante él confesé todas mis culpas, mis desdenes, mis necesidades, mis temores... mi historia... cuando de rodillas y postrada lloré contándole todo cuando temía y hacía... cuando mis lágrimas y mis palabras no eran suficientes para expresar tanto dolor... fue precisamente allí... que sentí su brazo protector y su sanación!
Hoy, cuando leo su palabra y veo tantas frases maravillosas... medito en algunas y me digo: en verdad eres amor y me amas incondicionalmente!
Por eso, hoy, más que satisfacer al mundo y a mi naturaleza humana, pienso en lo que le satisface a él de mi vida... pienso bien mis acciones antes de llevarlas a cabo, pero si en algún momento soy débil y caigo... estoy segura que su mano está alli para ayudarme a levantar...
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. Tres veces he rogado al Señor que lo quite de mi, y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto más bien me gloriaré en mis debilidad, para que repose sobre mi el poder de Cristo". (2 Corintios 12:7-9).
Por eso, aceptar que somos débiles, que tenemos también en nuestra esencia tendencias desfavorables, es el segundo paso para que el Señor se glorifique en nosotros... y digo el segundo, porque el primero, siempre será, abrir el corazón y contarselo a él...