Mi Frase...

"Hay que Ser grande para reconocer que tienes mucho que aprender..."

miércoles, 16 de febrero de 2011

Presumiré de mis flaquezas!

Dudar, flaquear, desfallecer... sentir la necesidad de entregarse a la desesperanza, por siempre serán momentos presentes en nuestra naturaleza humana.

Yo recuerdo, que antes de abrir mi corazón al Señor, fueron muchas las soledades y las amarguras que pasé... Y lo peor no era eso, sino que mi orgullo y mi soberbia me impulsaban a mostrar caras diferentes, con tal que mi sufrimiento no fuera evidente ante los demás. Este juego de "ruleta rusa mortal", sin darme cuenta me estaba acabando! porque el no poder mostrar mi debilidad y mi necesidad, hacía que estuviera cada vez más amargada y que por supuesto, no viera las posibilidades de solución que existían; claro! estaba demasiado ocupada buscando máscaras para esconderme!

Y es que definitivamente, la imposibilidad de reconocerte débil y capaz de causar daño con tus acciones a otros y a ti mismo, es algo que nuestra naturaleza humana casi siempre nos empuja a sentir, porque intentamos agradar al mundo y lo que hay en él... Por eso adoptamos tantas máscaras y comportamientos, cada vez más salidos de nuestra verdadera esencia.
Recuerdo que hubo una época en que decidí ponerme la máscara de la arrogancia y mostrarme irreverente a más no poder... solo por el hecho de no aceptar errores que cometía... y si, provocar a la gente... Que ilusa era en ese entonces... porque bajo esa careta, lo único real era la vergüenza que sentía por todas las cosas que hacía...
Luego vino la crisis emocional, económica y general que afronté... y en medio de ella... La Luz! La esencia del único que se conmovió al ver mis rodillas postradas ante él! Y en su silencio me habló!
empezé a escuchar su eco... a través de las personas que ya habían abierto su corazón... empezé a adorarlo, a alabarlo... y poco a poco, se despertó ese sentido único de escucharlo... en cada persona, en cada cosa que me pasaba, todo era un milagro ante mis ojos y me llenó por completo el sentimiento de que él estaba alli siempre... pero fue un proceso... no fue de la noche a la mañana y fue... precisamente más evidente cuando ante él confesé todas mis culpas, mis desdenes, mis necesidades, mis temores... mi historia... cuando de rodillas y postrada lloré contándole todo cuando temía y hacía... cuando mis lágrimas y mis palabras no eran suficientes para expresar tanto dolor... fue precisamente allí... que sentí su brazo protector y su sanación!
Hoy, cuando leo su palabra y veo tantas frases maravillosas... medito en algunas y me digo: en verdad eres amor y me amas incondicionalmente!
Por eso, hoy, más que satisfacer al mundo y a mi naturaleza humana, pienso en lo que le satisface a él de mi vida... pienso bien mis acciones antes de llevarlas a cabo, pero si en algún momento soy débil y caigo... estoy segura que su mano está alli para ayudarme a levantar...
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. Tres veces he rogado al Señor que lo quite de mi, y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto más bien me gloriaré en mis debilidad, para que repose sobre mi el poder de Cristo". (2 Corintios 12:7-9).
Por eso, aceptar que somos débiles, que tenemos también en nuestra esencia tendencias desfavorables, es el segundo paso para que el Señor se glorifique en nosotros... y digo el segundo, porque el primero, siempre será, abrir el corazón y contarselo a él...

miércoles, 9 de febrero de 2011

Aún en la Soledad más profunda, Él está!

Escribí este texto en un momento de mucho llanto y dolor. Y escribir fue la forma que encontré para dejar plasmado no solo lo que sentía, sino lo que siempre hallo cuando en mi dolor acudo al único que siempre está: El Señor Dios Todo Poderoso!

El único que me da su amor incondicional y su abrazo cuando más lo necesito...

Transmitir estas líneas en el blog, constituyen una invitación para todos aquellos que se sientan en una amarga soledad... El siempre está... El es fiel por siempre!

Señor,

Desde lo profundo de mi ser te doy gracias, gracias por esta vida, por haberme permitido abrir mis ojos en este día, por sentir mi respiración y el latir de mi corazón... Aunque las fuerzas en este día no son muchas, yo reconozco que soy bendecida y afortunada, porque tu me estás dando la oportunidad de vivir, de continuar en este mundo haciendo tu historia, pues mi historia es tu historia, porque mi vida es tuya, Padre Mío.

Amado Padre, yo soy un ser tan pequeño, tan imperfecto a tus ojos, con tantos errores, tantas fallas, que a veces no comprendo cómo puedes amarme a pesar de todo. Y me doy cuenta que tu amor es incondicional, Señor. Que siempre estás, aunque yo no esté, que siempre me esperas y me abrazas aunque no te busque.

Hoy Señor, te pido que no me abandones nunca, que tus ojos y tu diestra no se aparten de mi vida, porque no soy nada sin ti Padre. Porque si no estuviera segura de tu existencia en mi vivir, esta vida no tendría ningún sentido. Señor, ilumina mi mente y mi alma, habla a mi corazón como lo has hecho tantas veces, en aquel maravilloso silencio que tanto amo, aunque a veces me resulte tan complejo entenderlo.

Amado Padre en tus manos entrego mi espíritu y las amarguras que estoy sintiendo; en tus manos todo lo que me aflige y todas las inseguridades y miedos que tengo; en tus manos Señor, mi hogar y el amor que siento por mi esposo, a pesar de los momentos difíciles y desacuerdos.

Te amo Padre y se que jamás me abandonarás... Ayúdame, dame el don de la sabiduría, del discernimiento y de la tolerancia para salir bien librada de este momento que atravieso en mi vida. Jamás he estado tan segura de lo que deseo como ahora... Dame Señor la fuerza y el valor para continuar y hacer mis sueños realidad.

Quedo en tu presencia Señor y tuyo es el resto de mis días. En el nombre amado de Jesús.

Padre, Hijo y Espíritu Santo, protéjanme y líbrenme de todo mal y peligro. Amén.

sábado, 5 de febrero de 2011

Dios: Mi Religión


Nunca fui una católica completamente practicante. Digamos que más bien hacía lo que mi familia tenía por costumbre hacer: Asistir a misa, celebrar la semana santa, rezar oraciones que aprendí de memoria desde niña... En fin, todas aquellas cosas que haces porque te han dicho que hagas.

Sin embargo, a pesar de que el inicio fue desde afuera, es decir, todas mis creencias estaban en el exterior, en lo que los demás creían... más bien por tradición, siempre en mi corazón una cosa estaba clara: Dios Existe y a él le pido. El cómo, pues lo erré durante 34 años, pero sabía de su existencia y no dudaba de ello.

Fueron muchos años de ceguera, de pensar que mi libre albedrío era lo más preciado que tenía en la vida, pues el "hacer lo que me daba la gana" era un derecho que me daba por ganado (no me pregunten de donde saqué eso, pero era lo que pensaba y sentía).


Mi vida se desarrollaba entre las amistades y los amores intensos con sus respetivos finales dramáticos, las salidas los fines de semana, las conversaciones en las que las palabras soeces estaban a pedir de boca y por supuesto, la bendita libertad, que se convierte en condena cuando no tienes un norte definido. En medio de tantos bríos, lastimé mi cuerpo, mi alma, mi mente y mi espíritu, porque surgieron historias que causaban dolor, resentimientos, rencores, desesperación... Todo esto, me lo trajo mi "libre albedrío, mi ansiada libertad".
Pero, en su amor incondicional, aquel al que yo no sabía cóme pedirle y que siempre observaba a su hija perdida, se valió de la herramienta más inesperada para seducirme: Aquel amigo que yo más amaba y del que luego recibiría una traición inmensa. Esta persona me habló de su devoción por la Virgen María y me transmitió tanto amor en sus palabras, que empecé a asistir al santuario. En un inicio iba a escuchar misa, pues era lo que había aprendido de niña, pero poco a poco, empecé a sentir la necesidad de ir y estar a solas, meditando sobre mis cosas, ya fueran problemas o maravillas, todo iba a pensarlo allá. La oración se convirtió en un diálogo, aunque aún pensaba que el solo hecho de pronunciar muchas oraciones de memoria me daban por si solas el mérito. Nada más lejos de la realidad...
Luego un tiempo, aquel amigo al que amaba y que había plantado en mi la semilla de la devoción, traicionaba mi confianza robándome y yo me preguntaba: Qué significa esto? Le lancé tantos juzgamientos a mi Dios y no entendía que lo que el Señor quería era darme la lección que necesitaba para encaminarme en su verdadera búsqueda.

Aquel amigo desapareció de mi vida, dejando mucho dolor, por supuesto. Pasaron "19 días y 500 noches"(1), hasta cuando logré borrar el dolor y bañarlo de amor. Pero lo realmente maravilloso fue que a través de él, mi Señor me enseñó que estaba presente en mi vida, porque mis ojos por fin se abrieron y empecé a reflexionar de mis actos! Reconocí que era imperante dejar la comodidad de poner en manos de otros mis responsabilidades y que debía apropiarme por fin de mi vida! Bueno, es cierto,había caido y muy profundo, porque prácticamente estaba en la ruina a nivel económico y con deudas por todos lados, pero curiosamente, tenía una esperanza que no me dejaba, a pesar del dolor que pudiera sentir. Unido a esto y como si fuera poco, después de muchos muchos años, decidí confesarme y vaya sorpresa que me llevé cuando aquel párroco me dijo que no tenía derecho ni siquiera a la confesión, por el hecho de haber estado casada, haberme divorciado y haberme vuelto a casar. Esto fue fatal! Un golpe que no esperaba y que realmente me llevó a apartarme de la religión católica.

Fue entonces cuando alguien a quien quiero mucho me habló de su devoción por Jesús y de un movimiento cristiano (La Cruzada de Profesionales). Acepto que pasó mucho tiempo y fueron muchas las veces que me invitó antes de tomar la decisión de ir, pero un buen día acepté. ¡Bendito día! Me encontré con una devoción totalmente nueva para mi y que me atrajo en gran medida... Los días sábados se convirtieron en una costumbre maravillosa de alabanza y reflexión que me encantaba! Pero sobre todo, de Oración. Aprendí a orar! a hablar con mi Señor! a reconocer a mi Maestro, mi Padre y su Santo Espíritu!

Pero en mi interior continuaba algo que no me dejaba tranquila del todo. Claro! una historia de catolicismo familiar a la que no podía dar la espalda así por así. Empezaron a presentarse muchos sentimientos encontrados y dudas, pero gracias a ese maravilloso regalo que me dio mi Señor en los días de la Cruzada, logré resolverlos todos!
Hoy, despues de muchas reflexiones, lecturas bíblicas y experiencias de mi vida, tan solo puedo contarles que tengo una religión y se llama: DIOS, la única religión que no me excluye y que tiene para mi el amor más maravilloso que jamás he podido encontrar en ningún mortal. Aquel que no me ama por mis actos, ni porque yo lo ame a él, sino por su Gracia Divina e Infinita!
Hoy, con plena convicción camino, sabiendo que él va curando todas mis heridas, sabiendo que al perdonar a aquel amigo que me traicionó, él me perdona a mi; sabiendo que bendiciendolo, él me bendice a mi; sabiendo que el mayor pedido que debo hacerle todos los días es que fortalezca mi fe y me llene de su Santo Espíritu para andar sus senderos!
Hace poco, cuando reabrí mi perfil de Facebook y me preguntaban sobre mi religión, escribí lo siguiente: "En mi camino he descubierto que no hay religión que logre abarcar la grandeza y magnificencia de Dios; más allá de la crítica a las oraciones católicas, a las alabanzas cristianas, a la doctrina evangélica, a las deidades y ritos, pienso que la oración nace del corazón y es inspirada por el único creador de este universo, el Señor Dios Todo Poderoso, quien es fiel e incondicional, a pesar de nuestra ceguera espiritual. Solo hay que ser conscientes de nuestra respiración, de los latidos de nuestro corazón, de la maravilla de la naturaleza, para saber que nos bendice día a día y que su misericordia es infinita".

Pues bien, hoy pienso, siento y actúo en una búsqueda constante y perpetua de aquel que dió su vida por mi salvación. Porque recordemos: "Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).


(1) Metáfora que es el título de una canción de Joaquin Sabina que me encanta y que utilizo para recrear la dimensión del dolor que sentí ante la traición y el tiempo que lo sufrí.

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