Mi Frase...

"Hay que Ser grande para reconocer que tienes mucho que aprender..."

sábado, 5 de febrero de 2011

Dios: Mi Religión


Nunca fui una católica completamente practicante. Digamos que más bien hacía lo que mi familia tenía por costumbre hacer: Asistir a misa, celebrar la semana santa, rezar oraciones que aprendí de memoria desde niña... En fin, todas aquellas cosas que haces porque te han dicho que hagas.

Sin embargo, a pesar de que el inicio fue desde afuera, es decir, todas mis creencias estaban en el exterior, en lo que los demás creían... más bien por tradición, siempre en mi corazón una cosa estaba clara: Dios Existe y a él le pido. El cómo, pues lo erré durante 34 años, pero sabía de su existencia y no dudaba de ello.

Fueron muchos años de ceguera, de pensar que mi libre albedrío era lo más preciado que tenía en la vida, pues el "hacer lo que me daba la gana" era un derecho que me daba por ganado (no me pregunten de donde saqué eso, pero era lo que pensaba y sentía).


Mi vida se desarrollaba entre las amistades y los amores intensos con sus respetivos finales dramáticos, las salidas los fines de semana, las conversaciones en las que las palabras soeces estaban a pedir de boca y por supuesto, la bendita libertad, que se convierte en condena cuando no tienes un norte definido. En medio de tantos bríos, lastimé mi cuerpo, mi alma, mi mente y mi espíritu, porque surgieron historias que causaban dolor, resentimientos, rencores, desesperación... Todo esto, me lo trajo mi "libre albedrío, mi ansiada libertad".
Pero, en su amor incondicional, aquel al que yo no sabía cóme pedirle y que siempre observaba a su hija perdida, se valió de la herramienta más inesperada para seducirme: Aquel amigo que yo más amaba y del que luego recibiría una traición inmensa. Esta persona me habló de su devoción por la Virgen María y me transmitió tanto amor en sus palabras, que empecé a asistir al santuario. En un inicio iba a escuchar misa, pues era lo que había aprendido de niña, pero poco a poco, empecé a sentir la necesidad de ir y estar a solas, meditando sobre mis cosas, ya fueran problemas o maravillas, todo iba a pensarlo allá. La oración se convirtió en un diálogo, aunque aún pensaba que el solo hecho de pronunciar muchas oraciones de memoria me daban por si solas el mérito. Nada más lejos de la realidad...
Luego un tiempo, aquel amigo al que amaba y que había plantado en mi la semilla de la devoción, traicionaba mi confianza robándome y yo me preguntaba: Qué significa esto? Le lancé tantos juzgamientos a mi Dios y no entendía que lo que el Señor quería era darme la lección que necesitaba para encaminarme en su verdadera búsqueda.

Aquel amigo desapareció de mi vida, dejando mucho dolor, por supuesto. Pasaron "19 días y 500 noches"(1), hasta cuando logré borrar el dolor y bañarlo de amor. Pero lo realmente maravilloso fue que a través de él, mi Señor me enseñó que estaba presente en mi vida, porque mis ojos por fin se abrieron y empecé a reflexionar de mis actos! Reconocí que era imperante dejar la comodidad de poner en manos de otros mis responsabilidades y que debía apropiarme por fin de mi vida! Bueno, es cierto,había caido y muy profundo, porque prácticamente estaba en la ruina a nivel económico y con deudas por todos lados, pero curiosamente, tenía una esperanza que no me dejaba, a pesar del dolor que pudiera sentir. Unido a esto y como si fuera poco, después de muchos muchos años, decidí confesarme y vaya sorpresa que me llevé cuando aquel párroco me dijo que no tenía derecho ni siquiera a la confesión, por el hecho de haber estado casada, haberme divorciado y haberme vuelto a casar. Esto fue fatal! Un golpe que no esperaba y que realmente me llevó a apartarme de la religión católica.

Fue entonces cuando alguien a quien quiero mucho me habló de su devoción por Jesús y de un movimiento cristiano (La Cruzada de Profesionales). Acepto que pasó mucho tiempo y fueron muchas las veces que me invitó antes de tomar la decisión de ir, pero un buen día acepté. ¡Bendito día! Me encontré con una devoción totalmente nueva para mi y que me atrajo en gran medida... Los días sábados se convirtieron en una costumbre maravillosa de alabanza y reflexión que me encantaba! Pero sobre todo, de Oración. Aprendí a orar! a hablar con mi Señor! a reconocer a mi Maestro, mi Padre y su Santo Espíritu!

Pero en mi interior continuaba algo que no me dejaba tranquila del todo. Claro! una historia de catolicismo familiar a la que no podía dar la espalda así por así. Empezaron a presentarse muchos sentimientos encontrados y dudas, pero gracias a ese maravilloso regalo que me dio mi Señor en los días de la Cruzada, logré resolverlos todos!
Hoy, despues de muchas reflexiones, lecturas bíblicas y experiencias de mi vida, tan solo puedo contarles que tengo una religión y se llama: DIOS, la única religión que no me excluye y que tiene para mi el amor más maravilloso que jamás he podido encontrar en ningún mortal. Aquel que no me ama por mis actos, ni porque yo lo ame a él, sino por su Gracia Divina e Infinita!
Hoy, con plena convicción camino, sabiendo que él va curando todas mis heridas, sabiendo que al perdonar a aquel amigo que me traicionó, él me perdona a mi; sabiendo que bendiciendolo, él me bendice a mi; sabiendo que el mayor pedido que debo hacerle todos los días es que fortalezca mi fe y me llene de su Santo Espíritu para andar sus senderos!
Hace poco, cuando reabrí mi perfil de Facebook y me preguntaban sobre mi religión, escribí lo siguiente: "En mi camino he descubierto que no hay religión que logre abarcar la grandeza y magnificencia de Dios; más allá de la crítica a las oraciones católicas, a las alabanzas cristianas, a la doctrina evangélica, a las deidades y ritos, pienso que la oración nace del corazón y es inspirada por el único creador de este universo, el Señor Dios Todo Poderoso, quien es fiel e incondicional, a pesar de nuestra ceguera espiritual. Solo hay que ser conscientes de nuestra respiración, de los latidos de nuestro corazón, de la maravilla de la naturaleza, para saber que nos bendice día a día y que su misericordia es infinita".

Pues bien, hoy pienso, siento y actúo en una búsqueda constante y perpetua de aquel que dió su vida por mi salvación. Porque recordemos: "Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).


(1) Metáfora que es el título de una canción de Joaquin Sabina que me encanta y que utilizo para recrear la dimensión del dolor que sentí ante la traición y el tiempo que lo sufrí.

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